viernes, 4 de julio de 2008

Mi pequeña plantita

No me había dado cuenta. La la descubrí hace un tiempo mientras me desperezaba delante del espejo. Me ha germinado una brizna entre el corazón y la razón. Por ahora es un pequeño brote de un intenso color esperanza. Son hierbas de esas que nacen sin regarlas, ni cuidarlas. Crece rápido, porque, en el tiempo de lavarme la cara con agua fría y cepillarme los dientes, han empezado a brotar algunas hojas con tu nombre. ¡Suerte que no he arrancado la planta pensando que era un hierbajo! Voy a tener que cuidarla ya que, en el lugar en que ha salido, la tierra no es demasiado fértil. Tendré que elegir el compost adecuado: un buen humus de sentimientos, cariño y dulzura. Eso siempre va bien a las plantas. Debo hablarle cada día y tratarla con mucho amor, ella lo agradecerá. He de esforzarme en crearle un ambiente cálido y mantener la tierra bien húmeda. Es una planta de interior y necesita de mis cuidados. Cuando haya crecido un poco, la transplantaré a mi corazón, donde la tierra es fecunda. Ahí, si quiere, podrá florecer.